viernes, 2 de abril de 2010

Tanzania: Hakuna matata!

Hakuna matata es una expresión del swahili (para los puristas, suajili) que se traduce como "no te angusties" o "no hay problema" (curioso, en Mali el grito de guerra del turismo es algo parecido "il n'y a pas de problem!"; en fin, dime de que presumes...), aunque suele ser considerada (no sé por quien, porque no creo que los tanzanos sean tan profundos) como la versión africana de "carpe diem".

Hakuna matata my foot! A veces sí que hay problemas. En el cruce de frontera de Malawi a Tanzania los que cambian dinero nos birlaron no mucha pasta (al cambio fueron unos 10€, aunque era justo el dinero que nos faltó para poder pagar los visados), pero sí mucho amor propio y nos recordaron que ante estos habilidosos cacos, cualquier viajero es un principiante.

Tras este vergonzante incidente, nuestra primera ciudad tanzana fue Mbeya: el escritor de viajes Paul Theroux estuvo en ella en 1965 y al volver en 2002 la encontró igual o peor, a pesar -o tal vez debido a- los trabajos de las ONG (lo de las ONG y si realmente son positivas o negativas en su actual forma es un tema recurrente, del que se pueden escribir libros. Ya lo discutiremos a nuestra vuelta...). A nosotros, sin referencias anteriores, nos agradó el que estuviera fuera del circuito turístico, su tranquilidad y toque pueblerino, sus terrazas y su fresquito nocturno.


Aunque no es Lagos o Dakar, ni tranquilidad ni toque pueblerino ni, desde luego, fresquito nocturno, es lo que a uno le viene a la cabeza en referencia a Dar-es-Salaam. Esta ciudad no es la capital administrativa de Tanzania (que es Dodoma) pero sí su capital comercial y ciudad más importante. Es una estupenda mezcla de razas, una especie de India en una África árabe, con un buen número de occidentales, tanto residentes como turistas, pululando por ahí. Un "crisol de razas" que dirían los cursis.

Zanzíbar es algo parecido en cuanto a la mezcla, aunque es más árabe que indio (perteneció al sultanato de Omán hasta hace dos días) y más musulmán. Os ahorramos (en parte porque no son tan ciertos) los tópicos sobre sus misteriosas y veladas mujeres, los aromas a especias en sus coloridos mercados, los risueños y juguetones pequeños infantes sonriéndote feliz y candorosamente en las esquinas de las estrechas callejuelas de su capital, Stone Town, (bueno, y algún que otro guía peñazo que te persigue para indicarte un camino que ya conoces) para centrarnos en lo que a buen seguro os dará más envidia, especialmente en estos días que leemos en las noticias que media península está en alerta por heladas y nieve. ¡Qué playas de arena blanca blanquísima! ¡Qué mar transparente, turquesa y aguamarina! ¡Qué sol! Buceamos en el atolón de Mnemba, una reserva marina frente a Zanzíbar, la quintaesencia del paraíso tropical..., en fin, no echaré más leña al fuego... Por cierto, para fuego, el incendio que vimos en un hotel vecino al nuestro a nuestra llegada: todo de madera y paja, varios edificios prendieron en un instante y desaparecieron en otro.

La tranquilidad y relajación también desapareció al llegar a Arusha, en el norte de Tanzania. Acoso y derribo al turista para intentar venderle subidas al Kilimanjaro y safaris a los cercanos parques de Ngorongoro y Serengeti.

Casi lo más duro de subir el Kilimanjaro es... la negociación previa con la agencia. Nosotros organizamos Kilimanjaro y safari con los mismos y estuvimos por lo menos un par de horas peleando. Al final, una pasta, pero qué se le va a hacer.

El Kilimanjaro, con 5.895m del ala, es el pico más alto de África. Para su ascensión escogimos la Mandara Route de cinco días, también llamada la Ruta de la Coca-Cola, no sabemos si por lo masificada que está en temporada alta (evidentemente, no la nuestra, que parece increible pero sieeeempre estamos en temporada de lluvias) o si porque en teoría se puede comprar este refresco en el trayecto. Nosotros no lo vimos en ningún sitio.

Los tres primeros días de aproximación son sencillos y los 1.000m de desnivel diario ni los notas: entras en el parque a 1.600m, y los refugios están a 2.700, 3.700 y 4.700. Desde este último refugio inicias el ataque final a las 12 de la noche. Subida sobre nieve (¿esto es África?) a ritmo de paso sevillano de Semana Santa o, en swahili, "pole-pole", claramente una derivación del euskera "poliki-poliki" (y una prueba más del genio conquistador vasco). Pues "despacio-despacio" subes, cada vez con más esfuerzo y frío (nuestras ropas playeras no muy adecuadas para estas alturas): la foto de la cima engaña y no muestra que estábamos machacados y ateridos.

Vuelta a Arusha y, qué perra vida, al safari. Lago Manyara, cráter del Ngorongoro y Serengeti, a cada cual mejor. Animalitos y buenos paisajes, qué os vamos a contar que no sepáis.

Con buenas vistas desde el borde del cráter aunque pobre infraestructura, el camping de Ngorongoro está lleno de sorpresas: tras la cena, Bego no puede ir al baño de mujeres porque un búfalo de unos 600-700kg se ha plantado en la puerta. Como para decirle algo al monstruo ese. Al irnos a acostar a nuestros lujosos aposentos (tiendra cutre y humeda) hay más búfalos comiendo la hierba de alrededor de nuestra tienda: por la noche hacen un ruido armonioso pero no muy tranquilizador. Visita al baño a las tres de la mañana: unos cuantos ojos a baja altura (¿monos, hienas?) te miran cuando los iluminas con la frontal; han debido de estar investigando en los cubos de basura junto a la cocina, que han sido volcados. Confiemos en que su apetito haya sido satisfecho y no la emprendan conmigo. A las cuatro, una mujer en una tienda cercana nos espabila (ya estábamos despiertos) gritando "help me!, help me!": algo (que resulta ser un cerdo salvaje) ha estado mordisqueando su tienda e intentando entrar en ella. En fin, cosas de la vida salvaje, supongo. Cojo el libro y me pongo a leer, a ver si así concilio el sueño..., sin resultado, así que me pongo a escribir estas líneas en la pda.

Serengeti nos gustó por sus enormes y muy africanos paisajes, con esos horizontes lejanos, savanas interminables y acacias de sombra ancha, pero nos decepcionó un poco en cuanto a animales, y eso que por fin vimos un guepardo (por fin!) y que de camino al Serengeti nos topamos con parte de la famosa migración anual (dos millones de ñus, una barbaridad de cebras, antílopes, etc. y todos sus depredadores se trasladan del Serengeti en Tanzania al Masai Mara en Kenia y vuelta). Pero es que nos habia dicho que la concentracion de animales en este parque era espectacular y, en fin, parece que eso será en otras fechas.

Y de Serengeti al oeste. Mwanza es la segunda ciudad de Tanzania pero mantiene un cierto sabor a pueblo. Está situada en las orillas del lago Victoria, el mayor lago de África y segundo del mundo, principal fuente del Nilo y destino de exótico y evocador nombre para muchos viajeros. Allí pasamos un par de noches, viviendo un poco la Tanzania real, fuera del circuito turístico Zanzíbar-Arusha-Safaris. Tanzania, por cierto, resulta ser sorprendentemente barata, relajada y amistosa para lo que ese circuito turístico nos tiene acostumbrados.

De Mwanza a la frontera con Ruanda viajamos en uno de esos buses repletos que ya hemos descrito hasta la saciedad. En ello estamos cuando una pasajera con un bebé en la espalda entra en el bus. Sin asiento asignado, viaja de pie. Un viajero sentado junto a la puerta se ofrece a cogerle el bebé, que ella le pasa sin intercambiar ni un gracias, ni una frase. Al entrar nuevos pasajeros ella es poco a poco empujada hacia el fondo del bus. Pero el bebé seguirá en los brazos del pasajero hasta el final del trayecto varias horas después, sin que la madre se preocupe, el bebé berree o el pasajero se queje. Esta situación es habitual en todo África y es otra muestra más, tal vez un poco anecdótica pero buena como ejemplo, de la confianza y el compañerismo entre africanos.

Y desde Kigali, capital de Ruanda, os escribimos. Ya os lo contaremos.

Un abrazo



2 comentarios:

  1. Hugo, en cuanto vuelvas te enseño la confianza europea y tú me enseñas ese compañerismo africano dejándote mis dos retoños toda una tarde. Verás qué bien...

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  2. Hola chicos que envidia esa playita y yo también me apunto a la propuesta de Wendy, os dejo a mi guepardito (hoy me ha dado un pezado de mordisco con huellas y todo! (los dientes de leche que se dicen))
    Un abrazo, Mónica

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