jueves, 5 de noviembre de 2009

De Gabón a los Congos

¡Por fin! Con los flamantes nuevos pasaportes en nuestras manos partimos contentos y dichosos de Libreville. Los últimos días en esta ciudad en la que, por imperativo legal y meteorológico, demasiadas jornadas hemos pasado, han sido una mezcla de interminables diluvios y días preciosos de sol y calor. En uno de ellos decidimos irnos a la playa (aguas bastante marrones y llenas de maderas, hojas, etc. por aquello de las torrenciales lluvias). Algo digno de verse en esta zona es, cómo no, las puestas de sol, y en Libreville, casi encima del Ecuador, se ven algunas realmente preciosas.

(Como no me podéis hacer callar, aprovecho para contaros que los atardeceres son más rojos y espectaculares en el Ecuador que en otras partes del mundo por el famoso efecto Doppler. Este efecto es el que explica que el sonido de una ambulancia sea más agudo cuando se acerca rápidamente a nosotros y más grave cuando se aleja. Algo similar al sonido pasa con la luz y así, como el Sol "se va" más rápidamente de un observador en el Ecuador que en, por ejemplo, Donosti, la luz "tiende" al rojo (como la ambulancia que se aleja). En el próximo atardecer romántico que veáis con vuestra pareja contáis esto y, en fin, seguro que escapa rauda y veloz.)
De Libreville nos cogimos un tren a Franceville, en la otra punta del país, cerca de la frontera con Congo Brazzaville. El Economist dice que es la vía férrea más cara del mundo, cruzando selva y más selva con una orografía, si no montañosa, sí "colinosa". Y, en esta temporada baja, sólo cuatro trenes semanales de pasajeros en cada sentido. Una ruina. Es probable que también sea el tren en el que más frío hace del mundo mundial, con temperaturas pensadas más para pingüinos que para humanos. Confusamente, nuestro coche (comunmente conocido como "vagón" para los no iniciados en el mundo del tren) se llamaba Trans Europ Express.
Franceville, a pesar de ser la tercera ciudad del país, es más un pueblo que otra cosa. Cerca, junto a una presa gestionada por chinos (como tantas cosas en este país), tiene las cataratas de Poubara y un curioso puente hecho con lianas. Y poco más.
De Franceville a Leconi volvemos a tener un horizonte a más allá de unos pocos metros de distancia. La selva deja paso a una sabana ondulada, grandes extensiones de suaves y verdes colinas que, según algunos, recuerdan a las estepas de Mongolia o, más prosaicamente, a enormes campos de golf. Elegid lo que más os guste.

En Leconi, última etapa antes de cruzar a Congo, visitamos el Cañón Rosa (los cañones Verde y Blanco quedan más lejos). También hay una reserva con animales traídos de Namibia, pero ya los veremos en Namibia.

Somos los conguiiiiiitos

Parece que en las carreteras del sur de la República de Congo (también llamada Congo Brazzaville y diferente de la República Democrática del Congo, Congo Kinshasa o antiguo Zaire) uno puede toparse con bandidos (los Ninja de Bernard Kolelas), así que para cruzar a Congo escogimos la frontera de Kabala/Leketi, algo más al norte. Esta frontera no está exenta de problemas, sin embargo. Por un lado, no hay transporte público regular y, como además no pasa ni blas por esa carretera, resulta un tanto "complicado" moverse. Así que, llenos de esperanza y de valor (es decir, sin otra opción) ahí nos apostamos en el puesto de inmigración de Leconi (a unos cuantos km de la frontera congoleña), a ver si un alma caritativa se apiadaba de nosotros y nos cruzaba a Congo. Al tiempo pasó un chino de una constructora china, que iba a recoger ingenieros chinos al otro lado de la frontera, ingenieros que venían en camión (también chino). Como veis mucho, pero que mucho chino por estos lares. Sacando a relucir nuestro mejor chino (para mi vergüenza y escarnio "Ni hao" y poco más) nos montamos en el 4x4. Buena carretera en Gabón, pista arenosa y llena de profundoooooos cráteres en Congo. El intercambio "ingenieros chinos por mochileros donostiarras" se hizo en mitad de la nada (pena no haber aprovechado para intercambiar algún que otro AK47), escalamos hasta la cabina del camión y... a pegar botes unas cuantas horas por las magníficas pistas congoleñas hasta Okoyo. Yo para ser feliz quiero un camión, que decía Loquillo.

Comentábamos más arriba que esta frontera no estaba exenta de problemas. Además de la falta de tráfico, el otro problema es que, si bien no hay bandidos de los de pata de palo y parche en el ojo, los hay de los que van de uniforme, y muchos. El chino que nos llevó dejó dos botellas de vino en el puesto de policia de Leconi y pagó 10.000CFA (15€) en la gendarmería. Los ingenieros chinos que venían de Congo habían pagado una pasta en cada puesto (ocho puestos entre policia, gendarmería, aduanas e inmigración). Curiosamente, nosotros nada. No sabemos si es porque les caímos simpáticos o les dimos pena, pero lo cierto es que no nos pidieron nada de nada. Sí que les dimos conversación (algo que los chinos generalmente no pueden hacer): están todos más aburridos que una seta, de la nada vienen dos europeos con mochila en un camión chino y, claro, preguntan. Les llama poderosamente la atención que no tengamos hijos, cuando todos los polis, gendarmes, etc., con los que nos topamos tenían entre cinco y diez zagales (con entre 1 y 3 mujeres cada poli). Se nota que volvemos a un país pobre entre los pobres, en el que tener hijos es social y financieramente obligatorio.

En Okoyo nuestro camionero particular aparcaba el camión. Así que nos encontramos en un pueblo de mitad de Congo, oscureciendo, sin transporte para seguir camino y sin hotel en el pueblo. Yuhaaa. Pero preguntando preguntando, resulta que la ingeniería que controla las obras de los chinos tiene un lugar para alojar a los ingenieros (y visitantes despistados como nosotros), y ahí nos quedamos, gratuitamente, además.


Al día siguiente sólo pudimos avanzar 50km, hasta Boundji, tal es el estado de las comunicaciones en Congo (poco o nulo transporte público, pistas impracticables para todo lo que no sea un 4x4 con un buen chófer). Digamos que el hotel en el que nos tocó dormir no ganará ningún premio de excelencia empresarial o de higiene. Claro, que sólo pagamos 4,5€...

Tras un día de espera conseguimos salir de Boundji, montados en la trasera de un pick-up, saltando alegremente por pistas congoleñas en obras; horas después de terminar el viaje todavía teníamos las manos agarrotadas de agarrarnos a lo que fuera para no salir despedidos.

Total, tres días para hacer 400 o 500 Km, desde la frontera hasta el parque nacional de Lefini, en donde pasamos un par de días disfrutando de paisajes, su lago azul y algún que otro animalito.

Y es que Congo es un país pobre donde los haya. A pesar de ser un país potencialmente rico (petróleo, madera, minerales, tierras fértiles y aguas abundantes), los del sur dicen que los del norte no trabajan, los del norte le echan la culpa al Gobierno y éste, en fin, es un desastre de corrupción e ineficacia. Seguro que no ayuda que tras su independencia en 1960, Congo fuera el primer país marxista-leninista de África (desde 1970 hasta 1992), las guerras civiles de 1997 y 2002, la dictadura del que ahora es presidente, el corrupto Denis Sassou Nguesso, desde 1979 hasta 1992 (una investigación francesa le encontró a Sassou Nguesso más de 110 cuentas bancarias y docenas de lujosas propiedades en Francia; Sassou denunció las investigaciones como "racistas" y "coloniales"), las elecciones en las que los líderes de la oposición no pueden presentarse, además de los ya habituales golpes de estado, presidentes asesinados, militares en el poder, etc.

Todo está sin hacer en este país, aunque ahora los chinos (los nuevos colonizadores) de Africa están construyendo carreteras, embalses, casas, hospitales, etc., aunque no se sabe muy bien qué se les da a cambio, y se duda de la calidad de sus construcciones.

Brazzaville, su capital, es un cúmulo de basura (excepto en el barrio de las embajadas y ministerios) y contaminación (los negros de las ciudades son negros, por supuesto, pero seguramente menos de lo que parece...), con agua corriente y electricidad que funcionan cuando quieren. Un francés que vino a vivir a Congo en 1972 decía que cuando él llegó, Brazzaville tenía agua, luz y estaba limpio. Un ingeniero congoleño nos decía que el blanco es "constructor" y el negro, "destructor" y que ahora están peor que con los colonizadores europeos. Te encuentras con pesimistas sobre el futuro de África entre negros y blancos...

El salario mínimo mensual es de 80.000CFA (120€). Pero no se cumple, especialmente entre los trabajadores de empresas chinas: el camionero que nos llevó a Okoyo cobra un jornal de 3,75€/día netos, sin seguro, desempleo ni nada; un obrero de la misma constructora china cobra 2,25€/día. En realidad, la mitad de la población vive bajo el umbral de pobreza, con menos de 1,25US$/día. La gente complementa estos salarios como puede, con otros trabajos o simplemente con sobornos. Así, por ejemplo, el hospital de Oyo, nuevo y súper-completo (con medicina atómica, sea lo que sea eso), no tiene médicos, pues ganan más con los sobornos que pueden recibir en Brazzaville. El policía de fronteras en el puerto de Brazzaville que, como a nosotros, pide 2.000CFA a todo turista que pasa por ahí (y alguno paga, como pudimos comprobar) se saca mucho más así que con su raquítico salario.

Y además tienen sus rollos raciales Aparentemente muchos pigmeos congoleños son esclavos pertenecientes a amos Bantu, a quienes pertenecen desde su nacimiento. En los pueblos de la jungla, los pigmeos trabajan, cazan o pescan para sus amos bantúes a cambio de cigarrillos, ropa usada o nada de nada, a gusto del amo.

De Congo Brazzaville a Congo Kinshasa


Tomamos el ferry para atravesar el río Congo, un pedazo de río, el segundo en caudal del mundo tras el Amazonas y el tercero de África en longitud. Las dos capitales más cercanas del mundo, Brazzaville y Kinshasa, se miran frente a frente, aunque la segunda, con unos 10 millones de habitantes, es mucho mayor que la primera, con 1,4 millones.

De la historia reciente de DR Congo mejor no os contamos nada, porque es de llorar. Os acordais de Mobutu? Y de Laurent Kabila, el padre del actual presidente? Pues eso.


La primera impresión (bueno, y la segunda también) de Kinshasa, especialmente un domingo en que las calles del centro están desiertas, es una mezcla de Brazzaville (por la mugre), Beirut en sus peores tiempos de la guerra (muchos edificios medio derruidos o a medio construir, marcas de balazos, calles con enormes baches, decrepitud) y Calcuta (barrios paupérrimos). Buscando nuestro hotel, pensábamos que nos estábamos metiendo en el típico barrio cutre que suele haber junto a puertos y/o estaciones de tren (que es donde estábamos). Pero no, a pesar del aspecto, el barrio es correcto y, entre semana hasta tiene otro aspecto.

En términos de atracciones turísticas mucho nos tememos que poco o nada hay que contar de esta ciudad, pero hay otras cosas que llaman la atención en la ciudad y en el país:

Si en Brazzaville lo único que se veía circular por sus calles eran taxis verdes, en Kinshasa ves montones de coches blancos de la ONU. Normal, pues con 17.000 cascos azules, es la mayor fuerza de paz de la ONU del mundo.

Congo funciona con francos congoleses y dólares americanos. Los cajeros te dan US$; en los restaurantes los menús tienen platos en US$ y otros platos en FC, los taxistas cotizan algunos precios en una moneda y otros en otra. Un lío, vaya. Además, suponemos que por la inflación, en los supermercados los artículos se muestran generalmente con códigos (Q6 o B54, por ejemplo), que después puedes traducir en hojas aparte a precios.

No hay servicio de correos. Funcionó en su día y todavía se ven los edificios de la "Post", pero si ahora quieres enviar una carta, tendrá que ser por courier.

Muchos, muchos coches tienen el volante a la derecha, a pesar de que se conduce por la derecha. Aparentemente, importan vehículos de segunda mano de Japón, que circulan por la izquierda.

Casas y negocios se protegen tras altos muros y rejas en las ventanas; por la noche no se para en los semáforos. Los hospitales no son ninguna joya y los que se lo pueden permitir se van al médico a Sudáfrica o a Europa.

Pero, a pesar de todos los problemas (realmente nada que no hayamos visto en otros lugares en África, tal vez aquí más extremo), la vida es menos estresante que en Europa, la gente es maja y abierta, hay servicio doméstico barato y, si las cosas van bien, es agradable. Ahora, cuando las cosas van mal, van muy mal.

Aunque volar era anatema en nuestra idea de viaje, cruzar Congo por tierra era anatema para varios ministerios de asuntos exteriores, así como para algunos congoleses a los que preguntamos. Los unos por cuestiones de seguridad, los otros por comodidad y puro pragmatismo. Tras "experimentar" Kinshasa, terminamos de convencernos, y por una vez cogimos un avión de Kinshasa a Lubumbashi, en el extremo sur del país, cerca de Zambia.

El viaje en avión sentimos, mejor dicho, estamos encantados de comentaros, que fue perfecto, sin las típicas historias para no dormir de la aviación africana, con cabras en la cabina o aviones que se caen. Todo bien y sin problemas (el aeropuerto de Kinshasa y el proceso de facturación podrían merecer un comentario, pero no abusemos).
Lubumbashi, sin embargo, es todo lo contrario a Kinshasa, a pesar de no ser una ciudad pequeña (millón y pico de habitantes): verde, organizado, tranquilo, limpio. Tampoco hay gran cosa que ver, pero pasearse por sus calles jalonadas de árboles y edificios art-deco y modernistas, ponernos tibios a croisanes en sus boulangeries y disfrutar de su suave clima fue de lo más agradable.

Pero teniamos ganas de llegar a Zambia, que parece que tiene mucho que ofrecer, y la temporada de lluvias empieza a mediados de noviembre. Os escribimos desde Kitwe, en la Copperbelt del norte de Zambia. De momento, buena impresion. Ya os contaremos.


Un abrazo

8 comentarios:

  1. Voy a mirar eso del efecto doppler, no lo conocía, no dejas de sorprenderme con tu sapienza, que tío. a.C. no para de llover pero cuando podamos observar la puesta de sol me acordaré del tema.

    Por lo demás parece que ya definitivamente os habéis hecho a África y por más caos y desastre institucional que os encontráis ya no os sorprende, como esta el África eh? Y si solo fuese África vale pero

    un abrazo

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  2. recordarme, si fuese a africa, que no visite El Congo... madre mia... me ha asustao, en serio...

    El domingo es la Behobia... me acordaré de vosotros, este año si voy a por la hora 45, a ver si lo consigo, y te lo dedico, jjejeje, un besazooooo y no tardeis tanto en escribir, que ya estaba impaciente...

    Rosa

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  3. Hugo, ten cuidado, que el efecto Doppler también intensifica los celos de tu pareja cuando arrimas la cebolleta con alguna lugareña como la de la foto. Encima, para más recochineo, tienes una carita de felicidad... como diciendo, akí, tan a gustito.
    Bueno, seguid disfrutando, y teniendo en cuenta que no sostenéis económicamente ningún zagal, no me parece mal que os intenten sacar la pasta los gendarmes de la zona para alimentar a los suyos.

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  4. Bego, algo debe tener el efecto Doppler que ha llegado hasta Logronho! Si os animais un poco hasta Malawi, hasta igual os vemos en el Hola con la foto de Madonna amadrinando nignios. bssos

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  5. Realmente nos habéis dejado a todos flipados con lo del efeecto Doppler, ¡no te quiero ni contar mis alumnos! Efectos aparte, ¿cómo es posible que haga tanto frío en ese tren? Por lo que comentáis, no hay grandes alturas, solo colinas.Por cierto, ¿habéis leís "El Chino" de H. Mankell? Ahí habla de la ocupación sileciosa que China está haciendo de África; yo creís que era ficción, pero por lo que decís, quizá sea algo más y resulta muy inquietante.
    Bueno, puedo deciros que gracias a vuestros comentarios, mis alumnos saben algo más de África. ¿Qué tal el año que viene por Asia? De ahí no tengo nada. Me imagino que iréis a las cataratas Victoria. He visro una foto de una chica que cruza un cañón impresionante con una especie de tirolina. Le llaman Devil Swing, me imagino porqué, y está junto a las cataratas o cerca. En fin, vosotros veréis. Muxus. Bel

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  6. Hola pareja:
    Hacia tiempo que no entraba por aquí, y casi me llevo el portatil a la cama para poder leer todo lo publicado (Hugo, espero que todo esto lo puedas plasmar en un bonito libro de viaje y aventuras)
    Me alegro de saber que estáis disfrutando (eso parece en los comentarios), aunque a Hugo se le ve flacucho (haber si os podemos mandar una pata de jabubo para reponer fuerzas).
    Suerte y buen viaje

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  7. Hola Hugo,

    Te mando un saludo y un abrazo desde Peralta que hoy precisamente es más blanca que nunca! Ánimo para seguir y llegar aún mas lejos!

    Suerte y buen viaje! Vassilis

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  8. me he enterado hoy mismo de la que estais montando.nos hemos sorprendido gratamente de vuestra aventura y desde hoy mismo estaremos pendiente de vosotros.desde recepcion caf

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