miércoles, 21 de octubre de 2009

Gabón, el país de las buenas noches

Como con esto del "Gabón" a más de un euskaldun le entrará el sopor, intentaremos no soltaros la txapa de costumbre. ¿Por cierto, la mosca tse-tse o del sueño será originaria de Gabón? (me partooooo)

Bueno, un poco de seriedad. Nos despedimos de Camerún con pena..., y con un último intento de soborno policial: "todos los turistas que pasan por aquí pagan 2.000CFA (3€) cada uno"; "¿por qué?"; "a los turistas no se les permite preguntar por qué" "etc." Pero, firmes ante la insidiosa corrupción que asola la región :-), no pagamos. A los polis de esta parte del mundo se les conoce como los "mange-mille", aunque el susodicho era un auténtico "come-dosmiles".

En cuanto a Gabón, nos habían comentado que en este país los polis eran más corruptos y que en todos los puestos policiales de carretera pedían pasta, pero hasta ahora, na de na (a nosotros, que a otros compañeros de viaje ya hemos visto soltar la mosca). Y que siga.

Cruzamos la frontera de Camerún a Gabón por Kye-Ossi, que también comparte frontera con Guinea Ecuatorial, así que por ahí pululaban gentes de color (de color negro) hispanoparlantes. Una sensación un poco rara, como cuando en una peli de indios y vaqueros en la ETB, Toro Sentado habla en euskera. En fin, una pena no haber podido cruzar a Guinea Ecuatorial por los malditos visados.


Tras una etapa de transición en Oyem, seguimos camino hacia la capital, Libreville. La carretera es una preciosidad de selva y más selva. Con unos 270.000km2 de 
superficie (algo más que la mitad de España), Gabón sólo cuenta con 1,4 millones de habitantes, la mitad de ellos en Libreville, así que el país está medio vacío. Y estando donde está en pleno Ecuador (línea que entre idas y venidas hemos cruzado ya en cinco ocasiones), el 80% de su territorio es pura selva. No sabemos si les durará mucho o no: en las carreteras ves continuamente camiones transportando troncos centenarios (cuando menos los troncos son enormes). Sobre el papel, este país es el que más zonas protegidas tiene de la región (en 2002 crearon 13 parques nacionales de un plumazo). Si realmente lo están o no, lo desconocemos, pero parece que con la corrupción que hay...
Hablamos en Camerún con alguien que había trabajado muchos años en el mundo de la madera en África y nos comentaba que los controles que se hacen son erróneos. Se controla la documentación de exportación, documentación que se puede alquilar sin ningún problema en el mercado. Pero es que aunque la documentación fuera legal, el que la emite es en muchas ocasiones un país soberano pero corrupto y su personal sólo busca la comisión de turno...

Libreville también iba a ser en principio una etapa un poco de transición: con poco que ver y muy cara, la idea era conseguir visados y largarnos. En cuanto a lo de ciudad cara, en algún sitio hemos leído que está entre las diez más caras del mundo, pero creo que exageran. O tal vez sólo sea que existen los dos niveles de precios. Nosotros hemos dormido en una misión (¿tanto frecuentar misiones religiosas nos acabará convirtiendo?) por 15€/noche, los desayunos nos salen a 0,75€/persona, comidas y cenas a 2-4 €/persona. Sin lujos, claro, pero rico y bien...
(Por contra, transporte, muchos hoteles, excursiones guiadas y comida -fuera de las cafeterías- es más caro o mucho más caro que en otros países de la zona.)

Lo de los desayunos merece un aparte. Generalmente desayunamos en cafeterías (también llamadas cafetArías) populares: un chiringo abierto a menudo las 24h, con más o menos estructura (desde una mesa donde trabaja el "chef" y nada más, hasta un local de obra con barra, mesas, etc.), que sirve bebidas calientes, pan, huevos, espaguetis y sardinas en lata (en Gabón sustituyen las sardinas por los guisantes). El desayuno consiste en un generoso tazón de agua hirviendo con ingentes cantidades de leche condensada azucarada (en muchos sitios, si no estás atento, además te ponen una tonelada de azúcar), café, te o chocolate, y media barra de pan con margarina (o mayonesa, que por aquí se usa para absolutamente todo). Lo habitual es que la gente desayune además una tortilla, algo de lo que nosotros pasamos. Pero creo que ya os hemos contado que en muchos sitios un café engloba toda bebida caliente y hay que especificar si se quiere Nescafé, Milo (u otro chocolate) o Lipton (té). En otros lugares ocurre lo mismo con el té. Así que a veces vas a una cafetería, pides un café y te sirven un chocolate, porque el chocolate es un café, claro, y se les ha terminado el Nescafé (y cómo te van a preguntar, si es la única opción que hay..., todo tiene su lógica).

Por las noches en ocasiones cenamos las suculentas tortillas de espaguetis (sin mayonesa, gracias): proteinas e hidratos a 0,80-1,50€, dependiendo del lugar. Bien, ¿no?

Pero volvamos a Libreville. Aquí queríamos sacar el visado de Congo Brazzaville, intentarlo con el de Angola y renovar nuestros pasaportes, ya sin páginas libres tras tanto visado y garabato administrativo.

El visado de Congo Brazzaville lo obtuvimos sin problemas, aunque tuvimos que aguantar un inacabable discurso moralizador por parte del cónsul sobre los beneficios del matrimonio frente al concubinato pecaminoso. Y, sin el visado en las manos, a sonreir y aguantar mecha. Angola, un rollo patatero y es posible que tengamos que saltárnoslo (interminables requisitos para el visado de turista, incluyendo una carta de invitación y un trámite de 1-2 semanas, además en principio sólo para residentes en Gabón; si no, un visado de tránsito que obliga a cruzar todo el país en 5 días. Genial). Lo más divertido fue que, a pesar de haberme puesto mis mejores galas, ropa limpia, estar recién duchado y afeitado..., el portero de la embajada de Angola, tras mirarme largamente con un mohín a mitad de camino entre el asco y el desprecio, ¡me impidió el paso a la ilustre embajada! "Madame" (siempre guapa, claro) podía entrar en representación de ambos pero yo, (¡yo!, con mi excelso porte y donosura, esa elegancia que me caracteriza, estaréis todos pensando), a esperar en la p*** calle. Lo peor fue que, como lo que contábamos de Congo, dado que todavía teníamos que conseguir el visado, tuve que sonreir como un corderillo lechal y aceptar mansamente el quedarme fuera. Y, total, para nada.

En la embajada de España sí me dejaron entrar :-). Tras algunas "disfunciones" iniciales por su parte, posteriormente más o menos enmendadas, nos hacen volver a Libreville a las dos semanas para recoger los nuevos pasaportes. No es un país tan grande, pero nos rompe un poco el plan y nos vamos a gastar más pasta de la debida.

Pero sigamos con el viaje. En Lambaréné, un conjunto de islas y "tierra firme" en el ancho río Ogooué, nos alojamos en otra misión (Inmaculada Concepción). En ella vive una religiosa española, Sor Mª Cruz, de un pueblo de Burgos, que lleva ni más ni menos que 58 años en Gabón. Toile mariniere. Hablamos con ella de costumbres de la zona. Por ejemplo, y es algo que también vimos en Camerún, de cómo en zonas rurales se colocan las tumbas frente a las casas o junto a las carreteras, para evitar los robos de cadáveres (suponemos que para vudú o similar), algo que está creando algún problemilla a Acciona, que está construyendo carreteras por estos lares. O de cómo lo que la familia no se gasta para cuidar al enfermo se lo gasta y con creces en la fiesta del funeral. O de lo poco trabajadores que son en general los gaboneses, incapaces de, por ejemplo, sacarle provecho a sus campos (desde luego los supermercados están repletos de productos extranjeros, tanto del vecino Camerún como de Europa); aparentemente los que trabajan en Gabón son los senegaleses, congoleños, malis, etc., por un lado, y chinos, libaneses, franceses, por otro. Nos dicen que los extranjeros suman entre un tercio y la mitad de la población...

En Lambaréné visitamos el Hospital del premio Nobel de la paz Albert Schweitzer, un alsaciano que era filósofo, teólogo, médico y concertista de órgano, que se vino a este pueblo en 1913 y fundó un hospital para leprosos. Se ha convertido en una institución en este país y resulta interesante, pero sin más. Lo que sí resulta interesante es ver cómo los organismos occidentales de cooperación y personas varias financian, por ejemplo, nuevos pabellones en el hospital, mientras el presidente gabonés se compra mansiones en Francia.

Y es que Gabón es un país muy rico, con un montón de petróleo que extraen desde hace 80 años, además de madera, manganeso, oro, diamantes, etc. Pero una buena parte del país sigue sin carreteras, sin hospitales y alimentándose de mandioca y pescado. Algo tendrá que ver en todo ello el recientemente fallecido presidente Omar Bongo. Nada menos que 42 años en el poder (a lo que habría que sumar sus años como vicepresidente con el anterior presidente León Mba) le permitieron "recaudar" fondos: 39 propiedades en los mejores lugares de Francia, US$ 130 millones en una cuenta del Citibank NY, 70 cuentas bancarias en Francia, de compras por París a cargo del Tesoro,... Y, para colmo de males, su último gabinete contaba con ¡50! ministros (con ministerios bastante curiosos), todos chupando del bote, claro.

Los franceses, con muchos intereses en la zona, y Bongo financiando las campañas electorales de Chirac, Sarkozy, etc., le han protegido todos estos años, algo de lo que muchos gaboneses se quejan amargamente. Últimamente parece que las tornas cambiaban, así que Bongo murió en un hospital en Barcelona, temeroso de entrar en Francia. Y ahora su hijo, Ali Bongo, ha ganado, es probable que fraudulentamente (alguien nos decía que, por ejemplo, en la ciudad de Tchibanga habían acudido 67.000 votantes frente a 7.000 posibles), las nuevas elecciones gabonesas, lo que ha sido recibido con fuertes altercados en varias ciudades (los sms de los móviles han dejado de funcionar, parece que restringidos para evitar la organización de disturbios).

Casualidades de la vida, Ali Bongo fue alumno de Sor Mª Cruz (la religiosa de Lambaréné) en Libreville, quien confirmó los rumores de que no es gabonés de nacimiento (sino adoptado de Biafra en Nigeria), y lo tachó de malo y poco inteligente. Perece que muchos gaboneses coinciden con ella...

¿Por qué alguien como Ali Bongo, con todo el dinero del mundo y la vida más que solucionada, querría meterse en este berenjenal de ser presidente? Independientemente de las ansias de poder personales que pueda tener, parece que lo que más pesa es la presión de la tribu, por decirlo de alguna manera. Toda la familia, amigos y muchos miembros de su etnia están en la Administración, así que Ali Bongo tiene que presentarse y ganar... Como así ha sido.

De camino a Mayumba pasamos noche en Tchibanga (vaya nombrecitos). En la carretera la gente coloca ante sus casas bananas, "bastones" de mandioca y carne de caza (puercoespines, cocodrilos, monos, gacelas, etc.) a la venta (como la fruta o la miel que se vendía antes en las carreteras ibéricas). Nos tocó ir en la trasera de un pick-up, con otras 14 personas y mil bultos. Llegamos rebozados en laterita y con las posaderas hechas un ecce homo, pero el paisaje de selva mientras veíamos el atardecer, de película. El otro día leíamos a una bloguera algo como "el viajero quizás no vive mejor, pero sin duda vive más intensamente". Pues eso.

Mayumba, muy cerca de Congo, es un sitio de playa que ha vivido mejores tiempos. Con el aeropuerto y algún hotel cerrados, el pueblo parece adormecido, un tanto abandonado. Nuestro "timing" para visitar el parque nacional no era el mejor: la temporada de lluvias recién comenzada, la de ballenas terminaba en septiembre y la de tortugas comienza en noviembre. Pudimos ver, de todas formas, una ballena saltando a lo lejos, en uno de nuestros paseos por la larguísima y desierta playa mientras esperábamos a que mejorara el tiempo para ir al parque.

Y el tiempo no mejoró, snif, snif, así que tras tres días pasados por agua decidimos, aunque con muchas dudas, abandonar e intentarlo en algún otro parque con más infraestructura, como los de la Lopé o el de Loango. Lo malo es que sus precios son gaboneses (cosas baratitas como 375$ por persona y día) y el tiempo sigue bastante feo, así que vuelta a Libreville, a hacer excursiones desde ahí.

O por lo menos, esa era la intención. La primera iba a ser de un par de días a Cap Esterías, zona protegida y en la que, en teoría, además de disfrutar de sus playas, se pueden ver tortugas. Lo de las playas, pues muy bien cuando haga bueno: el diluvio universal fue un juego de niños comparado con lo que nos cayó encima en nuestro "día de playa". Y lo de las tortugas, suponemos que con el día que hacía se lo pensaron dos veces antes de corretear por la playa para poner huevos.

O sea que de vuelta a Libreville con el rabo entre las piernas y a hacer tiempo hasta que la embajada nos entregue los pasaportes este viernes. Pero, para resarcirnos, ayer cenamos embutido español y queso francés, comprado en el supermercado Casino :-).

Y eso es todo por ahora. Gabón, buenas noches.

2 comentarios:

  1. Cada vez que leo una nueva entrega de ¨aqui tan agustito¨ me acuerdo de una seria que habia cuando eramos peques, los Fraguels. Fragel Rock se llamaba, pues bien en Fraguel Rock habia un fragel que era distinto a los demas, era el tio Mat, el viajero. El tio Mat era el unico fragel que salia de la cueva y descubria el mundo exterior para luego contarles a todos sus fantasticas historias. Pues eso Tio Mat y compañia que nos teneis a todos esperando oir vuestras nuevas aventuras.

    Gabon eta sorte on ( buenas noches y buena suerte)

    firmado un Fragel.

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  2. ¡¡Me pone de un café!! Cada evz que oigo eso de los presidentes comprándose mansiones y metiendo dinero en cuentas. Me saca de quicio y además no puedo entenderlo. No entiendo como no quieren mejorar su país y luego llenarse de orgullo al poder decir que todo es obra suya. Sin contar con lo de pasar a la historia como un desgraciado tirano en lugar de como el benefactor de su tierra. Total, qué se llevan al cementerio?
    elsa

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