Después de las agradables temperaturas de Guinea, volvemos al calor y a los mosquitos. También volvemos al acoso al turista ("y a pas de problem"), no demasiado agresivo de momento, pero un poco peñazo de cualquier manera.
No sé si Bamako con su temperatura, polución, suciedad, atascos y pelmas callejeros puede llegar a ser amada, aunque reconozco que le veo potencial. Las callecitas adyacentes a las principales tienen un sabor de barrio o de pueblo muy agradable, todo el mundo a la fresca por las noches haciendo su vida en la calle: la tele -compartiendola con los vecinos-, la higiene -lavando y lavandose-, la animada charla a la que tan dados son los africanos, o el simple dolce far niente...
Para alborozo y regocijo de nuestros abnegados lectores, somos los felices dueños de una nueva cámara de fotos. El comprarla ha sido una ardua tarea (todo sea por vuestra alegria), porque en Bamako no hay mucha oferta y hay que regatear a tope, pero se pueden encontrar cosas.